Momentos…

Miro el reloj y son las siete de la tarde, decido darme una ducha, me levanto y beso sus labios. Entro en el baño y enciendo las velas, adoro su olor y me relajan, pongo algo de música, justo suena nuestra canción y sonrió.

Abro el agua caliente y me meto, siento como caen las gotas por mi piel, me estremezco al sentir ese calorcito. Meto la cabeza debajo del agua y se para el mundo, dejo de escuchar todo a mi alrededor, solo escucho mi respiración. El agua cae con fuerza sobre mi, arropándome, pierdo la noción del tiempo.

En ese momento siento unas manos abrazarme, al principio me asusto, pero al segundo lo reconozco, solo puede ser él. Me giro, le miro, nos miramos y sonreímos. Un te quiero sale de su boca y simplemente le beso, un beso dulce y sube. Después llega otro más intenso, mientras sus manos recorren mi espalda y más me pego a él, a su cuerpo, siento su calor mientras el agua nos recorre cada milímetro de piel.

Los besos cada vez son más intensos, más nuestros, se vuelve a parar el mundo y solo existe él y sus caricias, me siento una marioneta en sus manos. Siento como recorre mi cuerpo con esa dulzura tan suya, se me escapa un gemido y él sonríe, me susurra eres mía y te quiero. Mis manos empiezan a viajar por todo su cuerpo, bajando hasta su entre pierna, le miro mientras le acaricio suave y gime.

Beso su cuello, mientras mis manos se pasean por su miembro duro, noto como se tensa, como sus dedos buscan entrar en mí, suelto un gemido al notar como me abre, se apodera de mi sexo y me hace vibrar. Nuestras caricias van y vienen, entre gemidos y besos. Cada vez la intensidad es más fuerte, le agarro más sin parar mis movimientos, él acelera el ritmo de sus dedos.

Sin esperarlo me suelta, me gira y siento como se roza en mi culo, noto sus ganas, siento sus besos en mi cuello, sus manos por mi pecho. Cada vez tengo más calor, sus manos bajan y agarran mi pierna para subirla. Siento su calor aproximándose a mi sexo mojado, sin miramientos entra en mí, como solo él sabe. De manera ruda, es suyo y sabe como hacerme gemir.

Somos uno, nada nos separa, el agua recorre nuestros cuerpos, la música pasa a un segundo plano, los gemidos se han apoderado de todo el ambiente, sus manos me agarran fuerte y me hace suya. Tan suya con cada embestida, sintiendo como encajamos perfectamente. Me tiemblan las piernas y solo puedo agarrarme a la pared, él me suelta y me inclina hacia delante, agarra mis caderas y me toma con más fuerza.

Empezamos un nuevo baile, donde me dejo guiar, cada vez le mojo más su miembro, noto como palpita dentro de mí, acaricia mi pelo y me lo agarra con fuerza. Eso me excita más, noto que no puedo aguantar, él lo sabe, me conoce como nadie, gimo más fuerte, me mira y me dice ahora, hazlo ahora para mí. Estallo en segundos, su voz tiene es poder en mí, él estalla dentro entre gemidos, llenándome completamente, nuestras caderas van aflojando ese baile perfecto.

Nos relajamos poco a poco, él sale de mí aun duro y yo mojada, me gira y me abraza, nos besamos, sonreímos y más besos. Le miro y le digo lo mucho que le amo, con dulzura coge jabón y me empieza a limpiar lentamente. Hago lo mismo, nuestros brazos suben y bajan, por nuestra espalda, nuestro pecho, nuestro sexo… disfrutamos de ese pequeño momento, relajados, felices.

Vuelve a sonar una de nuestras canciones en la radio, nos miramos y sonreímos, empiezo a cantar y él me sigue. Entre risas, caricias, canciones y muchos besos nos duchamos, como algo tan normal, sí para nosotros es algo normal compartir momentos tan bonitos.

Las duchas en pareja son mucho mejores y quien diga lo contrario es que no lo ha probado. Cuando hay amor y complicidad siempre es un buen momento para compartirlo, que los pequeños momentos de la vida no se apaguen, es de las pocas cosas que es gratis y llenan el alma. Nunca dejéis de soñar mis loquit@s, besos dulces.