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La gran nevada

Empezamos el año con buen pie y con todo blanco, la gente que decía que esté sería un gran año va mejorando por momentos jajaj, seguimos en plena pandemia y nos cae la gran nevada del siglo.

Empezamos el año en blanco y nunca mejor dicho, escribiendo las primeras páginas entre copos de nieve, por mucho que nos avisaron de que sería impresionante, nunca te lo acabas creyendo, todo empezaba bonito con los primeros copos, cuajaba lo justo y en muchos momentos dejaba de nevar y pensabas ya esta se acabó.

El viernes por la tarde todo cambio, después de horas sin parar de nevar, solo apetecía mirar por la ventana y quedabas hipnotizado mirando los copos caer y lo bonito que se iba poniendo todo, hasta que de repente empezó a cuajar demasiado, dejamos de ver las calles y solo se apreciaba ese manto blanco que cubría todo, pero no todo podía ser bonito, después de horas sin parar de nevar los árboles se empezaban a caer, el peso hacia que sus ramas se partieran, incluso hasta árboles enteros, caían encima de coches o hacia las ventanas, el silencio se apoderó de las calles y el único sonido era el crujido de las ramas al caer. La noche era cerrada, aunque el cielo era cada vez más blanco, era tal la claridad que parecía un día nublado, y entre copos y crujidos nos íbamos a dormir sabiendo que lo peor aún estaba por llegar.

A la mañana siguiente lo primero que te pedía el cuerpo era levantarte y mirar por la ventana, subir la persiana y ver un muro de nieve impresiona, mirar y no ver prácticamente nada, todo paso de ser un simple manto blanco a ríos de nieve, árboles caídos, donde no se distinguía nada más, todo superaba a lo que te podían avisar. Llegar a la terraza y ver que era todo blanco, todo lo que te cuenten es poco con lo que te hace sentir al ver como la nieve había arrasado y cubierto todo.

Empezaban a salir los primeros valientes y a pasárselo en grande, pocos se resistían a tirarse en la nieve, salir a la calle y andar era como estar una nube, saber que si te caías no ibas a ir muy lejos, ser el primero en pisar ese trozo de nieve, cada paso costaba, pero era tan divertido, a pesar de seguir nevando la gente salió y disfruto como nunca, si no podíamos ir a la nieve, la nieve vino para todos.

No todo iba a ser bonito, empezó a caerse la nieve que había en los tejados, entre las risas de la gente empezaban a oírse los estruendos al caer esa nieve, tan divertida como peligrosa, ya no solo era el crujir de las ramas sino los estruendos, salir se convertía en una aventura, no solo tenías que tener cuidado donde pisabas, sino también lo que tenías encima. Nos dejó incomunicados, sin servicio de emergencia, donde todo lo esencial era imposible.

Después de disfrutar llegaba la hora de la realidad, todo estaba parado y no podía seguir así, mucha gente atrapada en carreteras, los equipos de rescate no han parado, gente solidaria que trasladaba gente a los hospitales, era hora de empezar de cero, abrir paso en las carreteras, o simplemente un caminito para poder salir de casa.

Por si fuera poco comenzaron las heladas, salir se volvía más complicado, ir a trabajar era una odisea, sin trasporte, ni servicio de basura, sin que las mercancías pudieran llegar a los supermercados, todo sumido en el caos, pero una vez más la solidaridad de la gente fue la que hacia mejorar las cosas poco a poco, la gente empezó a salir con palas para abrir paso, hacer caminitos, mientras los tractores y quitanieves nos abrían paso entre los ríos de nieve.

Casi una semana después queda mucho por hacer, calles incomunicadas, miles de ramas aun en el suelo, ahora todo se ha convertido en un camino por el que andar entre muros y pistas de hielo, aunque mucha gente se queja por lo lento que va todo, pero es algo con lo que no se contaba y están dándolo todo para que podamos volver a la «normalidad».

Gracias a toda la gente que ha hecho tantos esfuerzos, han echado horas en hospitales, a todos los que con todo terrenos han ayudado a la gente, a los que han servido comida a la gente incomunicada, a los que con una simple pala nos han abierto el camino para poder salir, poco a poco volveremos a la normalidad y esto quedara como una anécdota más que contar.

Sigamos escribiendo las páginas de este año, que ha empezado bien frío y blanco, no por esto bajemos la guardia que seguimos en medio de una pandemia, cuidaros todos mucho, pero sobre todo no dejéis de soñar nunca.

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